En México se registraron alrededor de 65.5 millones de usuarios de internet, lo cual representa el 59.9% de las personas de seis años o mayores. Asimismo, se registraron 51.7 millones de usuarios de computadoras y 81 millones de usuarios de teléfonos móviles, lo cual se traduce en 47% y 73.6% de la población total de seis años o más. [1]
El abundante uso de estas tecnologías conlleva muchos beneficios en cuanto al ejercicio de la libre expresión y el proceso educativo por poner algunos ejemplos; sin embargo, también se convierten en otra ventanilla de problemáticas sociales como el ciberacoso o ciberbullying.
De manera simple, el ciberacoso es una práctica que consiste en “utilizar la digitales con la intención de ofender, humillar, amenazar, acosar, o abusar de alguien.”[2]
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las víctimas del acoso por la vía digital podrían experimentar las siguientes prácticas: ser registradas en un sitio web sin previo consentimiento; recibir spam o virus para causar daño; recibir mensajes o llamadas con insultos, amenazas, intimidantes o incómodos; ser contactado a través de identidades falsas; ser dañado al publicar información vergonzosa, falsa o íntima; ser víctima de robo de identidad; recibir videos o imágenes de contenido sexual o agresivo; ser obligado a dar una contraseña para ser vigilado, así como que las cuentas personales sean rastreadas.[3]
En este sentido, el Módulo sobre ciberacoso (MOCIBA) 2015 del INEGI[4], 24.5% de los usuarios de internet o celular de 12 años o más ha vivido ciberacoso, el resto no lo ha vivido (75.4%) o no lo sabe (0.1%). En este sentido, de la población que ha vivido acoso a través de tecnologías digitales, 52.1% son hombres y 47.9%, mujeres.
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