Twitter, al servicio del debate político
ESCRITO POR MANUEL ESPINO | 03 DE NOVIEMBRE DE 2010
Si una herramienta ha acercado nuestra sociedad al ideal republicano del diálogo político irrestricto y dinámico, ésta es Twitter. A la regla electoral del “una persona, un voto” sumamos hoy la equidad del “un tuitero, una voz”.
En Twitter todos somos iguales. El formato mismo de esta red social ataja todo intento de autopromoción unilateral o propaganda estéril. Si alguien pretende usarlo sólo para emitir monólogos y evade entrar en debate, de inmediato ve expuesta su esterilidad argumentativa.
Si, en cambio, un usuario busca entrar en diálogo, no rehúye al debate y responde a las preguntas que se le lanzan (muchas muy inteligentes e incisivas, pues Twitter no perdona), pronto ganará si no el aprecio, por lo menos el respeto de esta ardua red social, formada por personas participativas, informadas y críticas.
Twitter está diseñado de manera eminentemente democrática. Los dos vicios de los que siempre somos acusados los políticos, “no decir nada” y usar palabras incomprensibles, son imposibles en este formato: utilizar los 140 caracteres que permite cada mensaje bloquea toda retórica vana; hay que ser directo, conciso, con menos verbo y más sustantivo.
Para un talante autoritario el Twitter resulta imposible. Quienes tienen mentalidad de rey no pueden soportar la ruidosa turba de plebeyos contestatarios y críticos que poblamos esta red social.
¿Ustedes se imaginan, por poner un ejemplo, a Andrés Manuel López Obrador dialogando de igual a igual con sus seguidores? Yo no. De hecho, él tampoco: si revisan su cuenta (@lopezobrador_) podrán constatar de primera mano que se encierra en la seguridad de emitir mensajes informativos desde su torre de marfil, sin contestar preguntas o cuestionamientos. La formación monolítica del antiguo régimen sigue pesando.
En lo personal, me siento completamente a mis anchas en este espacio. No tengo miedo al diálogo, por apasionado que sea. Seguramente ello me viene de la arraigada tradición panista de debatir entre hermanos de causa, incluso con vehemencia, sin jamás intentar acallar a nadie.
La acendrada costumbre de practicar la libertad de expresión y de escuchar a todos por igual también se ha reflejado en la usanza que tiene mi partido de acercarse al ciudadano. Mecanismos como “Ayuntamiento en tu colonia”, “Miércoles ciudadanos” y “Jornadas comunitarias” acercaron por primera vez en décadas a gobernantes y gobernados en igualdad de circunstancias. Ello facilitó la transición hacia la transparencia y el dinamismo que hoy rigen la vida pública. Para nosotros, escuchar en condiciones de igualdad es fundamento del respeto a la dignidad de la persona.
Ciertamente, mi experiencia en Twitter ha tenido momentos críticos, como cuando hice eco a mensajes que hablaban del fallecimiento de mi compañero panista Diego Fernández de Cevallos. No faltaron voces maledicentes que generaron una bola de nieve informativa. Sin embargo, ése es el precio a pagar cuando se debate abiertamente.
Materializar las ideas
El Twitter no me ha servido únicamente como un ejercicio de diálogo, también me ha permitido enriquecer mi labor como político.
En varias ocasiones he solicitado a los tuiteros que me hagan saber sus opiniones sobre temas en los que tengo que tomar decisiones trascendentes, sacando conclusiones muy válidas del plural mosaico de posiciones políticas que forman.
También me ha servido para estar informado en tiempo real de situaciones que afectan a nuestro país. Otro aspecto democratizador de Twitter es que si antes decíamos “la información es poder” pensando en el privilegio de los gobernantes que pueden estar informados exhaustiva y permanentemente gracias al aparato del Estado, hoy cualquiera que abra un espacio en esta red social cuenta con el poder de la información.
También tuve la satisfacción de trasladar la discusión en línea a un debate y a una “carne asada” celebrados en la Ciudad de México con tuiteros que hasta esos momentos sólo conocía virtualmente, en una agradable convivencia humana que también arrojó luces para la decisión política.
Actualmente estoy muy activo en la consulta “¿Y tú cómo quieres México?”, de la cual saldrán las propuestas de gobierno para el proyecto presidencial del movimiento nacional Volver a Empezar, del que formo parte. Aunque dentro de esta consulta también se celebrarán foros y encuentros, Twitter juega un papel fundamental.
De la palabra al hecho
Por más respetable y conocida que sea una figura pública, debe acercarse a esta red social con el deseo de aprender, de compartir un mensaje y de dialogar. Con esta actitud humilde, Barack Obama hizo de las redes sociales su primer paso a la Presidencia. También el presidente de Chile, Sebastián Piñera, dio instrucciones para que todos los miembros de su gabinete abrieran cuentas.
Quizás el ejemplo más iluminador del poder de Twitter sea el flujo de información que salió desde Irán tras sus últimas elecciones. Sin esta red social, el movimiento democratizador de ese país hubiera sido silenciado por el autoritarismo.
Hay movimientos, sin embargo, que se han quedado huecos por no poder transformar su presencia cibernética en una realidad tangible. Es el caso de Antanas Mockus, quien a pesar de su avasallador manejo de las redes sociales vio naufragar su campaña a la presidencia de Colombia.
Por ello, si algo he aprendido de Twitter es a no usarlo como un fin en sí mismo, sino como base para dotar de contenido el diálogo político, para dinamizar nuestra vida cívica y para acercarse genuinamente al ser humano, al ciudadano de carne y hueso. También para promover una novedosa forma de interacción comunitaria con respeto a la pluralidad.
http://twitter.com/manuelespino
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COMENTARIO DE OCTAVIO ISLAS
Espino bien puede convertirse en un «social media manager» experto, y mostrarnos sus habilidades en Twitter. Pretende convencernos de cuan genuino es el espíritu de modernidad tecnológica que profesa
Sin embargo, permanece anclado en la ultraderecha, sirviendo a los intereses de «El Yunque».
