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Editorial
“Microsoft insta firmemente a los miembros de la cámara de representantes de los EE.UU. a reconsiderar y apoyar la legislación que reinstale la confianza y estabilidad en los mercados financieros. Esta legislación es de vital importancia para la salud y la preservación de trabajos en todos los sectores de la economía del estado de Washington y de la nación, e impulsamos al congreso a actuar rápidamente”.
¿Quien dijo esto? Brad Smith, Vicepresidente Senior y Consejero General de Microsoft. Es que la crisis financiera por la que atraviesa Estados Unidos tiene impacto en los mercados e industrias de todo el mundo.
Y de la misma forma en que las empresas tienen edad, una historia de vida para contar y una cultura que las identifica, también tienen color político. En el caso de Microsoft, es claro que siempre apoyó (y se apoyó en) el partido republicano, aunque le da mas dinero a los demócratas.
Sus amigos están en el partido del elefante: hay que recordar que fue -por ejemplo- bajo la administración demócrata de Clinton que se inició el proceso por la violación de la ley antimonopolio y fue el gobierno republicano de George W. Bush el que posibilitó un final feliz para el Gigante de Redmond.
Bill² (Gates + Clinton) pueden jugar juntos al golf, pero Gates juega mejor con Bush padre.
De acuerdo a FundRace 2008, 98 empleados de Microsoft han donado recientemente u$s 102.587 a los republicanos y 561 aportaron u$s 471.892 a los demócratas. Segun el Center for Responsive Politics, la corporación ha donado -a través de su Microsoft Corporation Political Action Committee- u$s 585.006 repartidos en un 58% para los demócratas y un 42% para los republicanos.
Fuera de las obvias connotaciones económicas, los ruegos de Smith pueden tener una doble lectura política. Por un lado, parecen apoyar el pedido de George W. para disimular la crisis hasta el final de su mandato; pero también pueden revelar el deseo que, de ganar Obama, pueda comenzar su mandato sin la presión de una situación que puede tornarse inmanejable.
En definitiva, Brad debe pedir únicamente que los mercados se recuperen y el valor de la compañía que representa no decaiga.
Clinton (no Hillary) debe estar fumando apaciblemente un cigarro (o haciendo algunas otras cosillas con el), practicando el swing con el otro Bill y riendo al imaginar a W. intentando descifrando esa frase que le espetara a su padre y que aun retumba en los oídos de George padre: simplemente “es la economía, estúpido”.
José Chama
Executive Editor
ebizLatam.com
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