Aristegui: Censura embozada y lecciones éticas
Gerardo Albarrán de Alba *

El despido de Carmen Aristegui (@AristeguiNoticias) como titular de la Primera Emisión de Noticias MVS, fraguado a lo largo de la semana pasada y consumado la noche de ayer, domingo 15 de marzo, se inscribe ya en la historia del periodismo mexicano como una de las maniobras más burdas y torpes para acallar a una voz insumisa ante el poder político. Sin embargo, la verdadera víctima de esta infamia es la audiencia, no sólo de esa emisora, sino toda ella, que durante los últimos cuatro años (tras el fracasado sacrificio de la periodista a cambio de concesiones gubernamentales de varios miles de millones de dólares) contó con una opción desde la cual constituirse en ciudadanía, tanto por el carácter del periodismo practicado ahí como por el inédito ejercicio de la Defensoría de la Audiencia en una radio privada, que tuve el privilegio de crear y dirigir como el primer Ombudsman MVS y en la que me sucedió Gabriel Sosa Plata. También deja una seriede lecciones políticas, éticas y hasta filosóficas para sociedad, medios y periodistas.
Carmen Aristegui ha sido despedida cuatro meses después de la publicación del reportaje de #LaCasaBlancaDeEPN, cuyos autores, los periodistas Daniel Lizárraga e Irving Huerta, fueron previamente echados de @NoticiasMVS, cuando tenían en curso otras investigaciones periodísticas sobre una propiedad del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y la masacre cometida por el Ejército en Tlatlaya. Coincide también con el reciente nombramiento de Eduardo Sánchez Hernández, exvicepresidente de asuntos jurídicos de MVS, como coordinador general de Comunicación Social de la Presidencia de la República, y con la distribución de nuevas cadenas de televisión abierta, de las que MVS otra vez se fue con las manos vacías. La maniobra se realiza a dos semanas de iniciar las campañas políticas para las elecciones del 7 de junio.
Por sí solas, las toscas maneras exhibidas por MVS en una campaña sucia en los medios (incluso pagando espacios en prensa para denostar el trabajo de estos periodistas incómodos) restan cualquier credibilidad a esa empresa, que pretextó el “abuso de confianza” de periodistas que trabajan en su nómina para provocar una reacción de Aristegui que minimizara el costo de sacarla del aire.
Hoy lunes 16, cuando entran en vigor los lineamientos con los que MVS hace de sus conductores y reporteros instrumentos de la opacidad empresarial y de los intereses que defiende (y/o a los que se somete), se impidió el acceso a las instalaciones de MVS Radio al equipo de producción del noticiero que hasta el viernes pasado dirigió y condujo Aristegui. Entre domingo y lunes también fue despedido Salvador Camarena, que recién se había integrado al noticiero de Aristegui como jefe de información. Además, MVS borró de su sitio en internet toda huella del trabajo de Aristegui y su equipo de colaboradores, una práctica que no es nueva: hace casi dos años también desapareció alrededor de un centenar de programas radiofónicos que yo hice como primer Ombudsman MVS y creador de la oficina del Defensor de la Audiencia.
El alegato último para justificar el despido de tres periodistas, la “pérdida de confianza”, y el arranque melodramático de dignidad patronal (“MVS no acepta el ultimátum de CarmenAristegui”) con el que finalmente ha echado a la periodista (fracasadas todas sus maniobras para obligarla a renunciar), carecen de credibilidad aun entre quienes festejan la salida de la periodista (algunos hipócritamente dicen lamentarla). Todos parecen olvidar la máxima de uno de los mayores ideólogos del poder al que Aristegui escrutaba y cuestionaba: la forma es fondo.
Con un fuerte tufo a censura, MVS se deshace de Aristegui y de su equipo por razones que no sólo parecen turbias (mismas que, con suerte conoceremos con el tiempo, como ocurrió en agosto de 2012, año y medio después de que Joaquín Vargas entregó la cabeza de Aristegui a la administración de Felipe Calderón a cambio de destrabar su negocio con la banda de los 2.5 GHz). Con ellos fuera, MVS se sacude un periodismo crítico, distante del poder. Un periodismo ético, social. A cambio de ello se pone al servicio de intereses que no son los de la ciudadanía y opta por un periodismo obsequioso, complaciente, opaco. Un periodismo a modo, justo en las antípodas de una de las iniciativas periodísticas más trascendentes de los últimos años, MéxicoLeaks, de la que MVS se deslindó y utilizó para crear un escándalo mediático que sólo podía tener el desenlace que hemos visto entre ayer y hoy.
El impacto que ha tenido el despido de esta periodista y su equipo (más todo lo que nos falta por ver alrededor de este caso), obedece a una diferencia sustancial entre la propia Aristegui y otros conductores estrella de noticieros en radio y televisión: el carácter de su voz. Parafraseando a Norbert Bilbeny: los periodistas obtienen poder por su prestigio, no prestigio por su poder. Y el poder del periodismo se lo da la independencia y el prestigio de servir únicamente a la sociedad, informándola. “Más que otras profesiones, el periodismo nos recuerda con insistencia que su obligación es ser libre e independiente. Pero insiste mucho menos en que debe ser también una profesión que rinda cuentas de las condiciones, recursos y consecuencias de su trabajo”, dice el filósofo.
No es gratuito que la lista de grandes periodistas mexicanos que asociamos con la ética profesional, la honestidad personal e intelectual, la independencia y el compromiso social sea tan corta. Es apenas un puñado, entre muchísimos más que dan lo mejor de sí. Por ello Max Weber sostenía que el periodismo “no es factible para todo el mundo y menos que nadie para los caracteres débiles”.
Loslineamientos que entran en vigor hoy en Noticias MVS fueron dirigidos expresamente contra Aristegui. El resto de las emisiones y la estructura general de la empresa no los requiere, pues los tienen interiorizados de antemano, más por conveniencia que por convicción; por simple sometimiento.
Esta es una de las mayores lecciones que este affaire nos deja: Para que el periodismo sea, debe poder ser periodismo. En MVS esa posibilidad ha sido públicamente cancelada al hacer de sus conductores meros oficiantes de sus intereses; de sus reporteros, peones de sus cálculos, y de su director de noticias el administrador de sus componendas.
El modelo al que responde la configuración que sin pudor ha adoptado MVS es el propagandístico, el mismo que históricmente define a la inmensa mayoría de los medios electrónicos en México y a una buena parte de la prensa escrita. La diferencia es que MVS ahora lo hace ya sin disimulo. No es cosa menor. Como lo advirtiera Noam Chomsky, ese tipo de medios “sirven para movilizar el apoyo en favor de intereses especiales que dominan la actividad estatal y privada”. Es una prensa en la que no tienen cabida ya no digamos las voces disidentes, ni siquiera hay un resquicio para una mirada crítica, libre. ¿Hay algún concesionario que decida apostar por el periodismo libre y por la profundización de la democracia, y abra sus micrófonos a este equipo periodístico? Esta idea no es una esperanza perdida.
La batalla de Aristegui por su libertad de expresión y su libertad de prensa la involucra no sólo a ella. Es la batalla por el derecho a la información de la sociedad mexicana toda. Por eso se escucha una reacción civil de indignación.
Esto apenas empieza.
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* Gerardo Albarrán de Alba es periodista, director de Saladeprensa·org y corresponsal en México del diario Página/12. A solicitud de Alejandro Vargas, presidente de MVS Radio, y de Carmen Aristegui, en 2011 diseñó y creó la oficina del Ombudsman MVS, siendo autor de sus estatutos, y durante poco más de dos años ejerció como el primer Defensor de la Audiencia de Noticias MVS. Es también autor de un Código de Ética para Noticias MVS que no han puesto en práctica ni la empresa ni los conductores de los espacios informativos.
