Sexto Informe: mentiras y demagogia en telecomunicaciones
Jorge Fernando Negrete P.
Director General de Mediatelecom Policy & Law
El discurso
Durante el último mensaje en torno al Sexto Informe de Gobierno, el Ejecutivo Federal se refirió en términos generales a las telecomunicaciones. Dijo que bajo la guía de la cobertura, la convergencia y la competencia se tomaron acciones decididas. Mencionó las siguientes:
- Se impulsó la migración de más de 500 estaciones de AM a FM.
- Se inició la transición hacia la Televisión Digital Terrestre.
- Se quiere rescatar y reagrupar frecuencias para aprovechar al máximo la banda ancha en condiciones competitivas.
- Se duplicó la cobertura de la televisión pública.
- Se publicó el Programa de Concesionamiento de Frecuencias de Radiodifusión para licitar hasta dos nuevas cadenas de televisión abierta a nivel nacional.
El ejecutivo Federal precisó que cada una de estas acciones “se ha realizado con estricto apego a la ley, anteponiendo el interés nacional a los intereses particulares. Nuestras decisiones se han basado siempre en criterios técnicos, no políticos. El objetivo es fortalecer las telecomunicaciones como pieza clave de una economía moderna y competitiva. Queremos que todos los actores relevantes compitan en todos los mercados de telecomunicaciones, con equidad y con beneficios claros para los consumidores”.
La realidad
Son extraños y escasos los gobiernos que realizan una autocrítica y se someten al escrutinio de la historia. Sin embargo, algo podrido ocurre entre gobernantes y gobernados cuando se pretende mentir, engañar o confundir a un sector de las telecomunicaciones sensibilizado por el enorme grado de conflicto que lo ha caracterizado.
No fue suficiente el castigo en las elecciones para que las autoridades salientes –y derrotadas en las urnas– abdicaran de las cuentas alegres y, no obstante, siguieran pretendiendo convencer de que hicieron muy bien el trabajo. En materia de telecomunicaciones el gobierno no tuvo una política pública, su liderazgo fue nulo, sus colaboradores los equivocados, sus metas fueron mediocres y, por si fuera poco, no cumplió con sus escasos objetivos.
Como lo han hecho a lo largo de seis años, las autoridades responsables del sector de las telecomunicaciones negarán todo lo anterior, pero los hechos hablan.
Los hechos y los servicios
Los datos oficiales que a continuación se mencionan fueron extraídos del Sexto Informe de Gobierno, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel).
Telefonía fija. En telefonía fija el gobierno se propuso como meta para 2012 contar 26.5 líneas, pero sólo alcanzó 19.7. No cumplió. El número de poblaciones con servicio permaneció en 55 mil 353 desde el inicio del sexenio. No obstante el decrecimiento de líneas fijas, el tráfico de larga distancia nacional e internacional no ha dejado de crecer, al grado de que es uno de los indicadores que más impulsan el crecimiento del sector en su conjunto, como reconoce el Índice de Volumen de Producción del Sector Telecomunicaciones (Itel) de la Cofetel. El aumento en el tráfico corrobora por sí mismo que la telefonía fija sigue siendo utilizada intensivamente por los suscriptores al servicio, factor que se ve favorecido por la reducción en términos reales de las tarifas de telefonía local. La telefonía fija es importante no por el servicio de voz, sino porque es una tecnología eficiente y estable de acceso a la banda ancha alámbrica.
Telefonía rural. En seis años no creció la cobertura de telefonía rural y se quedó en una cobertura de 24.1 millones de habitantes y 51 mil 396 localidades. El abandono de las zonas rurales y apartadas del país por parte de la actual administración fue notable. El fallido Fondo de Cobertura Social de Telecomunicaciones (Foncos), creado en 2002, contó con un presupuesto de apenas 750 millones de pesos asignado por el Poder Legislativo, claramente insuficiente para cumplir con la cobertura social que ordena el artículo 50 de la Ley Federal de Telecomunicaciones. El objetivo del Foncos era “impulsar la cobertura y penetración de la telefonía para brindar más oportunidades de acceso a los usuarios” en zonas rurales, suburbanas y urbanas de escasos recursos, lo cual no se cumplió.
Adicionalmente, en cuanto al servicio de telefonía rural por satélite, al término de 2011 estaban en operación 12 mil 815 teléfonos en comunidades rurales con una población de entre 60 a 499 habitantes, cuyo único medio de comunicación es el teléfono comunitario, cuya cobertura aproximada fue de 1.8 millones de habitantes. Además de que no creció la telefonía rural, la infraestructura instalada no cuenta con el servicio de Internet, lo que mantiene excluidas del desarrollo y de la Sociedad de la Información a esas comunidades y pobladores.
Al mismo tiempo, ya sin ser mencionado en el Sexto Informe presidencial, el programa e-méxico finalizó en el olvido, reemplazado por otros programas igualmente débiles y con una de las tasas más bajas de cumplimiento.
RPT. La meta a alcanzar de redes públicas de telecomunicaciones en 2012 que prestan servicios de voz, datos y video era de 230, pero sólo existen 120 redes públicas de telecomunicaciones al final del sexenio. El gobierno no cumplió. La autorización y entrada de nuevas redes de telecomunicaciones convergentes hubiera fomentado la competencia en el sector. Sin embargo, el gobierno optó por una convergencia discriminatoria, sólo proporcionada por las empresas de cable, afectando el derecho a la comunicación de servicios empaquetados de voz, datos y video de la mayoría de la población. En política de convergencia, el gobierno tampoco cumplió.
Internet. El total de usuarios de Internet en 2012 se programó en 70 millones, pero sólo existen 41 millones.
Banda ancha. Donde sí alcanzó sus metas el gobierno fue en banda ancha, al alcanzar al final del sexenio 22.5 usuarios por cada 100 habitantes, en comparación con los 22 programados al inicio de la administración. Sin embargo, lo que la autoridad no precisa es que la cifra de 22 usuarios estaba concebida en banda ancha fija. En realidad el total de 22.5 constituye la suma tanto de banda ancha móvil como fija. El Programa Sectorial de Comunicaciones y Transportes no vislumbró el crecimiento de la banda ancha móvil, la cual comenzó a ser medida por la Cofetel a partir del cuarto trimestre de 2010. A junio de 2012 existían 9.7 millones de suscriptores a la banda ancha móvil y 12.8 millones de accesos a la banda ancha fija.
Telefonía móvil. El gobierno también alcanzó sus modestas metas en telefonía móvil, al registrar 97.6 millones de accesos al segundo trimestre y esperar cerrar el año con 102 millones, en contraste con los 85.7 millones de líneas móviles que programó al inicio de la administración. La densidad de telefonía móvil a 2012 se ubicó en 86.9 por ciento.
Sin embargo, a pesar de haber superado la meta inicial, la densidad sigue siendo insuficiente en comparación con los demás países de América Latina. Como se observa en la gráfica, por encima de México existían en 2011 15 países de la región que tienen mayor penetración de telefonía móvil. México sólo supera a Cuba, Nicaragua, Bolivia y Puerto Rico, y se ubica entre algunos de los países más pobres y con menor ingreso per cápita y nivel de desarrollo en la región.
Televisión restringida. Finalmente, el gobierno alcanzó sus metas en televisión de paga, al llegar a 12.3 millones de suscriptores al término del periodo, en comparación con los 10 millones que planteó al inicio del sexenio.
La entrada de Dish en 2008 detonó el crecimiento del sector a través de la televisión directa al hogar (DTH). A pesar de que el modelo de negocios de Dish basado en paquetes de bajo costo resultó exitoso, fomentó la competencia, redujo las tarifas e incrementó la cobertura del servicio de DTH, a la misma empresa operadora (MVS) no se le refrendaron las concesiones vencidas y se le inició al final del sexenio un procedimiento de rescate de las concesiones vigentes en la banda de 2.5 GHz.
Cabe destacar que los crecimientos de la televisión por cable han sido modestos, a pesar de ser una industria protegida por las autoridades, en función de que el Acuerdo de Convergencia de 2006 les permitió a los cableros ofrecer telefonía local, mientras que a Telmex se le sigue negando la modificación en su título de concesión para prestar el servicio de televisión de paga.
De 2007 a 2011 el número de suscriptores por cada 100 habitantes en la televisión de cable pasó de 4.08 a 4.98, es decir, ni siquiera en cuatro años los cableros lograron incrementar la cobertura del servicio para un nuevo suscriptor más en el conjunto de la población. En cambio, durante el mismo periodo, la televisión satelital pasó de 1.36 suscripciones por cada 100 habitantes en 2007 a 5.03 suscripciones en 2011. El crecimiento fue notable.
Finalmente, los escasos resultados de la administración calderonista en el sector de las telecomunicaciones contrastan con los niveles de penetración de servicios en los demás países de América Latina. Como se observa en la siguiente tabla de naciones seleccionadas, México no lidera en ningún servicio. Otros países superan al nuestro en penetración de telefonía fija, móvil, televisión restringida y banda ancha. Lo anterior es producto de la ausencia de política pública, de planes y programas que fomenten el desarrollo del sector, de incertidumbre jurídica y de autoridades incompetentes en un sector que se caracterizó por la constante rotación de funcionarios, el conflicto permanente, la descoordinación institucional y la planeación sistemática de la ocurrencia.
La demagogia
Adicionalmente al incumplimiento de algunas de las metas del gobierno federal, se suman aquellos temas de los cuales se ufana la autoridad pero que tampoco se han materializado. Uno de ellos es la política de las tres “C” (cobertura, competencia y convergencia), que no se alcanzaron plenamente durante la actual administración.
La cobertura fue insuficiente y el acceso universal no alcanzó a los usuarios en zonas rurales y urbano-marginales, sin contar que, como se mostró anteriormente, algunos servicios prácticamente se mantuvieron dentro del mismo rango de atención.
Con el pretexto de la competencia se licitaron dos hilos de fibra oscura de la Comisión Federal de Electricidad, pero a más de dos años de ese proceso aún no se ilumina la red concesionada a Televisa, Telefónica y Megacable. Para fomentar la competencia en la telefonía móvil, el órgano antimonopolio autorizó la concentración de Televisa y TV Azteca a través de Iusacell; el resultado fue más competencia en telefonía, pero menos en televisión abierta.
La convergencia fue un término ampliamente utilizado durante el sexenio, pero sólo unos cuantos usuarios tienen acceso a servicios triple play de voz, datos y video. Mientras a las empresas de cable y a las televisoras se les autorizó la convergencia, a Telmex se le ha obstruido su ingreso al triple play, a la vez que otras telefónicas como Axtel se mantienen al margen de ofrecer el servicio pese a contar con la concesión correspondiente.
El Presidente se congratula de haber iniciado la transición a la Televisión Digital Terrestre, pero en realidad esa fue una tarea de su antecesor y a la fecha la penetración de receptores digitales sigue siendo escasa y no existe tal televisión digital, y poco se sabe realmente del alcance que tiene actualmente.
El Ejecutivo Federal festina la publicación del Programa de Concesionamiento de Frecuencias de Televisión, pero se cuidó de que durante su sexenio no se licitaran nuevas frecuencias de televisión abierta y al final de su periodo no existirá más competencia en ese mercado de suyo concentrado y protegido durante décadas.
Finalmente, el mandatario celebra que se haya duplicado la cobertura de la televisión pública a través del Canal Once, pero no intentó darle cobertura nacional a través de las ventajas de la televisión digital o la multiprogramación. Además, creó un nebuloso Organismo Promotor de Medios Audiovisuales (OPMA) subordinado políticamente a la Secretaría de Gobernación, cuando en el resto del mundo a los medios públicos se les busca otorgar independencia editorial respecto del gobierno en turno.
Conclusiones
- Después de seis años se confirma que el sector de las telecomunicaciones en México se condujo sin política pública, sin visión de largo plazo, sin rumbo claro y sin liderazgo.
- Los funcionarios responsables de conducir el sector resultaron incompetentes y proliferó la rotación de funcionarios marcados por el escándalo y la carencia de credenciales suficientes y comprobadas para desempeñarse eficazmente.
- Los alcances de la política discursiva de cobertura, competencia y convergencia fueron insuficientes y discriminatorios; beneficiaron a algunos operadores y perjudicaron a otros ante la ausencia de un eje rector y una autoridad conciliadora y conducente.
- Las metas que se plantearon al inicio de la administración fueron mediocres y, no obstante, algunas no se alcanzaron. La inercia propia del mercado superó las propias expectativas del gobierno, pero México se mantuvo alejado del desempeño registrado en otras economías.
- Los datos de penetración de banda ancha resultan confusos. Las metas de crecimiento de banda ancha fija no se alcanzaron pero el mercado salió adelante por la emergencia de la banda ancha móvil que ni siquiera se contempló en el Programa Sectorial de Comunicaciones y Transportes.
- El crecimiento de la telefonía móvil superó las expectativas previstas al inicio del sexenio, pero México permanece rezagado en comparación con el resto de los países de América Latina y sólo se asemeja a las naciones más pobres y con menor ingreso per cápita y desarrollo en la región.
- México no lidera ningún servicio de telecomunicaciones en la región, siendo superado por diversos países que sí tienen política pública y han alcanzado niveles de penetración superiores a los nuestros.
- La política de transición a la Televisión Digital Terrestre ha resultado errática y accidentada; el apagón analógico se vislumbra sin una penetración sustantiva de receptores digitales.
- A pesar de la protección oficial a la industria de la televisión de cable, sus niveles de crecimiento son raquíticos, satisfecha en su zona de confort que le garantiza la no entrada de un nuevo competidor al mercado del triple play. En cambio, el ingreso de un nuevo competidor a la televisión satelital trajo consigo competencia, planes económicos, reducción de tarifas, diversidad de oferta e incremento en la penetración del servicio.
- El sexenio concluirá intencionalmente sin haber licitado nuevas frecuencias de televisión abierta y sin abrir la competencia en ese mercado.
A este cúmulo de acciones y omisiones del gobierno saliente se suma el atentado a la libertad de expresión de MVS y el rescate de la banda de 2.5 GHz para beneficiar a los mismos operadores de siempre. Pero al Ejecutivo Federal le falta dar el manotazo final: expedir el Convenio Marco de Interconexión que obligaría a Telmex a desagregar y compartir su infraestructura, en beneficio de las empresas de suyo favorecidas a lo largo del sexenio y que no invierten lo suficiente en el despliegue de sus redes, aunque esa regulación no esté contemplada en el Acuerdo de Convergencia de 2006. Entonces el Presidente demostrará que es muy valiente, pero que “no sabe lo que hace”…
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