Tecnología y mismidad vs imaginación libertaria
Octavio Islas
Sherry Turkle, psicoanalista, psicóloga y socióloga, reconocida investigadora en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde coordina la línea de investigación sobre tecnología y mismidad, experta en temas relacionados con los efectos psicológicos y sociales de las tecnologías, el pasado jueves 7 de junio dictó la primera conferencia magistral de la Décima tercera Convención Anual de la Media Ecology Association (MEA), que este año celebramos del 7 al 10 de junio en el Manhattan College, ubicado en el mítico barrio del Bronx, en Nueva York
En su disertación Turkle refirió algunas de las principales tesis relativas al impacto de las nuevas tecnologías sobre la mismidad, desarrolladas en su reciente libro Alone together: Why we expect more from technology and less from each other, Basic Books, 2011 –en castellano: solitarios juntos: Porqué esperamos más de las tecnologías y menos de cada uno-.
La destacada investigadora del MIT sostiene que la mayoría de los usuarios de las redes sociales y las nuevas tecnologías, en general, viven en una especie de nueva soledad. Las redes sociales y las nuevas tecnologías promueven la impaciencia, mientras que la conversación demanda paciencia y atención. Prevalece la conectividad sobre la conversación. Aún cuando están juntos evaden conversar, o postergan la necesidad de la conversación.
En las redes sociales, afirma Turkle, la identidad virtual de los participantes es confeccionada a partir de la forma cómo desean ser percibidos, y no como realmente son. Esperamos más de las tecnologías que de los demás. Optamos por la ilusión de la compañía sin los compromisos de la amistad. La principal promesa de la tecnología radica en vendernos la ilusión de que nunca estaremos solos, siempre podremos ser escuchados por otros, tan solitarios como nosotros. Turkle recomienda destacar a los niños las virtudes de la verdadera soledad, pues las nuevas tecnologías y las redes sociales tienden a convertirlos en solitarios.
Turkle -atribulada por las limitadas introspecciones que hoy nos permiten las nuevas tecnologías y las redes sociales, así como por el deterioro que advierte en nuestra sociabilidad- posiblemente pasó por alto reconocer el relevante papel que han observado Internet y las redes sociales en las expresiones de reclamo democrático y movimientos de liberación suscitadas en algunos países árabes, así como en los movimientos de “inconformes” e “indignados” en España como en Estados Unidos y, por supuesto, en las recientes protestas estudiantiles en México.
Las redes sociales -particularmente Twitter y Facebook- cumplieron útiles funciones de vinculación y enlace en la ciudadanía inconforme, incidiendo definitivamente en la visibilidad internacional de los grupos y sociedades e movimiento, quienes apostaron por afirmar la condición de un “nosotros”.
Las redes sociales definitivamente representan una formidable ecología cultural para reemprender la indispensable reconstrucción del deteriorado tejido social en no pocas sociedades.
En algunas naciones las clases políticas han advertido la posibilidad de ser desbordados por la ciudadanía “2.0”, y por ello se han impulsado determinadas iniciativas destinadas a limitar la libertad de expresión en Internet –ACTA, PIPA, SOPA, etc.-.
Recuperando las tesis de Turkle, quizá sea posible reconocer al Estado como el gran solitario en Internet y en las redes sociales. La mayoría de los gobiernos enfrentan crisis fundamentalmente dialógicas –las democracias son también conversaciones- Acostumbrados a imponer, resultan incapaces de poder comprender la formidable capacidad conversacional que ha desarrollado la nueva ciudadanía.
En nuestros días es posible advertir condiciones históricas propicias para el desarrollo de un nuevo “gran rechazo”, con una notable diferencia cualitativa con respecto de los movimientos estudiantiles registrados durante 1968: la existencia de Internet. Me opongo a reconocer a las nuevas tecnologías como poderosos dispositivos destinados a degradar nuestra soledad. En cambio apuesto por las formidables posibilidades que abren a la imaginación libertaria.
