La burra que sigue sin ser parda: la visión reduccionista de @RicardoAlemanMx /
Jaime Hernández Colorado
Gurú Político
El 29 de mayo, fiel a su costumbre, nos alumbra Ricardo Alemán con artículo intitulado “‘Ternuritas’ engañabobos”. Y es sobre el mismo particular de hace una semana (el #Yosoy132). En sus primeros dos párrafos señala que sólo por “disentir de las barbaridades” de los jóvenes universitarios se ha hecho acreedor a “miles de mentadas de madre, cientos de insultos, ofensas y difamaciones de la más baja estofa y las infaltables y siempre locuaces amenazas de muerte”. Dice además que “criticar a esos modernos púberes salvadores de la patria […] desata una jauría rabiosa que vomita odio e insultos impensables en democracias modernas y tolerantes”. A más de señalarle al autor que esa alumbradora idea ya la había usado con anterioridad Héctor Aguilar Camín, en contra de otra cabeza de turco, sería adecuado participarle la empatía natural que su vehemente denuncia causa.
El autor apunta, además, que el diario La Razón que, por una extraña razón, en El Colegio de México lo obtenemos regalado, documentó esos ataques motivados por “cometer el pecado, de lesa democracia, de criticar a los infalibles prohombres de la patria”. Dice además, que lo políticamente correcto es elogiar la inteligencia de “un puñado de púberes manipulados”.
No hay nada de nuevo en este otro documento de Ricardo Alemán. De ninguna manera, nadie con dos dedos de frente, justifica ni solapa las agresiones que Alemán acusa en su contra, me parece que no vale la menor pena hacérselas y menos en el lenguaje que el aludido acostumbra, pues su sarcasmo y socarronería tampoco son menores.
Por otro lado, esos comentarios no son respuestas a críticas ni a simples disensos. Hay algo más en el fondo y es, como señalé ya, la mentira, la manipulación. Alemán no critica, descalifica y ofende. No disiente, asume que la suya, esa sí, es la verdad última.
Y si se duda de esto, hay que ver que sigue diciendo, con total seguridad, que es López Obrador el que está detrás del movimiento y que “es una causa a su servicio”. Yo quisiera, y creo que todos, que don Ricardo nos enseñara, púberes como somos, en una exégesis que agradeceríamos, las pruebas de que el movimiento #YoSoy132 está manipulado y que está al servicio de López Obrador, en todos los ámbitos, hasta en el más nimio participante; pruebas más allá de las “confesiones” de ese candidato que, además, no sostienen ni mínimamente el argumento. Porque para bailar un tango se necesitan dos, y Alemán está suponiendo que porque López Obrador dijo que el movimiento contra Peña “le ayuda”, eso es pues una prueba infalible de que los estudiantes que participamos trabajamos para él. Por Dios, don Ricardo, ¿a poco de veras no puede hacerlo mejor?
Señala que hay incautos que creen que a él lo mueven intenciones de destruir el “bondadoso movimiento estudiantil”. No lo creo así. Sería muy ingenua una visión que supusiera que un grupo —no nomás uno— de opinantes podría destruir una movilización de esa naturaleza. Sí considero que es una manipulación lo que hace. Son verdades a medias o, en el último de los casos, es mostrar ignorancia sobre los hechos que no son conocimientos de alquimista, simple y llanamente han sucedido en las calles, en donde a cualquiera le es posible observar.
Dice además, otra verdad como un templo, que los que se han visto en las manifestaciones son profesionales de la protesta que, “con dinero del periódico preferido de López Obrador”, crearon movimientos de apoyo en México y el mundo al EZLN y a su líder Marcos. Esa es la más palpable prueba de que el autor no ha presenciado personalmente una marcha. Yo no soy un profesional de la protesta, yo no sé cuál es el periódico preferido de López Obrador —aunque intuyo que es uno que ni siquiera leo—, yo iba al jardín de niños cuando el EZLN y su líder Marcos aparecieron en la escena mexicana. Así que yo no puedo ser —¿o sí?— un “profesional de la protesta”. Y conozco muchos como yo, porque sí he estado ahí, sí he hablado con ellos, sí he discutido, sí los he oído externar sus posiciones —no siempre concordantes con la mía, de hecho, a veces lo más contrario a eso.
La de Alemán es una posición muy reduccionista, pues le carga a un solo periódico, la responsabilidad total de movilizaciones diversas y amplias —incluida, desde luego, la de “No más sangre”. Aun con temor a equivocarme, pues uno nunca sabe, se me ocurre que la realidad es un poquito menos simple.
Dice que esos mismos fueron los que echaron a andar “con la ayuda de la estructura de Morena […] el respaldo a AMLO en distintas universidades privadas, la Ibero entre ellas, hasta llevar el movimiento estudiantil #YoSoy132 no sólo a las células de Morena en las universidades de todo el país —públicas y privadas—, sino al resto del mundo, igual que lo hicieron con Marcos, igual que lo hicieron con «No más sangre»”. Por un lado, creo que el autor le concede demasiado a la estructura de Morena y, por otro, me parece que subestima, de nuevo, la capacidad de formación de las universidades mexicanas —públicas y privadas.
Por último, señala que ya dio pruebas de la manipulación de López Obrador. Habla del volante que muchos conocimos, imagen que circuló en Facebook, al que, supongo, atribuye legitimidad. Y la verdad es que no sabemos si la tenía. Insisto, me parece que la realidad es más compleja. Supongamos que eso fue cierto, es absolutamente válido creerlo, eso no implica ni que somos títeres de López Obrador, ni que estamos manipulados. Ya lo señalé, las protestas del fin de semana antepasado fueron diversas, y la participación de varios grupos fue real. Pero eso no quiere decir, bajo ninguna circunstancia, que López Obrador y sus estructuras hayan sido los originadores de las movilizaciones estudiantiles. Tampoco quiere decir que quienes participamos en el movimiento seamos manipulados por López Obrador, si en el movimiento existe tal diversidad que hay potenciales votantes del PRI, del PAN y del PRD —y demás partidos. La afirmación de Alemán es una proposición categórica universal que no tiene evidencia para sostenerse —aquí no todos los S, ni siquiera la mayoría, son P.
Para terminar de ilustrar la manipulación y la falsa espontaneidad del movimiento, habla del sobrino de Ricardo Monreal y del hecho de que los reclamos sean “idénticos” a las banderas de López Obrador. Al respecto hay que decir que antes que fueran de López Obrador, esos reclamos ya existían o debían existir, había materia. Todo el mundo —con dos dedos de frente— sabe que en este país hay cosas que no están bien, otras que de hecho están muy mal, entre ellas los monopolios. También insisto, esas evidencias que ofrece Alemán son insuficientes para la conclusión tan espectacular que pretenden extraer.
Las premisas —si es válido llamarles así— de Ricardo Alemán son francamente risibles. Y el fondo está que toda su manipulación, mentira y reduccionismo ofende. No porque nos diga manipulados o porque exista la sugerencia de estupidez nuestra, sino porque le resta mérito a los universitarios, deja de lado a aquellos que participamos por primera vez en una movilización, que estamos hartos de que las cosas estén mal en este país y a nadie muevan a extrañeza. Ofende que, por dos ejemplos que señala como evidencia empírica, asuma que todos estamos al servicio de López Obrador. Ofende porque ni yo ni ninguno de los asistentes a la marcha del 23 de mayo somos sobrinos de Ricardo Monreal. Ofende porque asume que Morena es tan poderosa que mueve a la gente que vive en París o en Londres o en Vancouver —incluso a la mexicana que participó desde alguna parte del reino de Arabia Saudita. ¿Qué no puede haber alguien que asista y participe por voluntad propia?, ¿es que el autor se quedó tan arraigado a la concepción del mundo que le dio su socialización en un país en el que las masas no se movían solas, que no puede ver más allá de sus narices?
En el fondo la idea reduccionista de Alemán sobreestima de forma escandalosa la capacidad de la estructura de López Obrador, que no es nada institucional, como sí es la del PRI. Y esa sobreestimación agradará al candidato, pero a mí no, ni a los que participamos en el movimiento #YoSoy132, porque nos reduce, nos minimiza, nos asume estúpidos, inmóviles, carentes de pensamiento y de capacidad crítica. Y, peor, ofende e insulta a nuestras instituciones, a las universidades de este país, ya públicas, ya privadas, que forman individuos pensantes. Ofende a los profesores, a los que forman en las aulas. Asume Alemán que las universidades —y sus profesores— son incapaces de formar gente pensante, crítica, informada y participativa. Eso ofende.
Y además le concede a López Obrador la transmisión del debate por los canales 2 y 13. Eso también me ofende y a todos los que participamos en el movimiento, pues niega cualquier posible logro nuestro.
La forma en que el autor reduce la realidad y la mete en un saco pequeñito es grosera. Y es grosero también que a todos, a todos, nos meta en el mismo saco. Como señalé ya, es posible que haya individuos que participaron en todas las manifestaciones del fin de semana pasado, pero ni son todos ni son la mayoría. Es absolutamente maniqueo suponer que los que hemos estado ahí, en las movilizaciones, somos títeres de López Obrador, nomás porque no estamos conformes con la información que hoy nos ponen a la mano ciertos medios de comunicación o porque otros —tampoco todos— están en contra de un candidato a la presidencia.
La argumentación de Ricardo Alemán en el artículo que motiva éste no es más fuerte que la del jueves pasado. Es un castillo de naipes que no se sostiene más que con fantasías y exageraciones, además de con falacias ad hominem que ofenden no sólo a nosotros como participantes, sino a las universidades y a nuestros profesores y hasta a los padres de familia.
Tengo la impresión de que la realidad que Alemán sigue intentando meter por el ojo de su aguja es un poco más compleja. Y sobre la forma en que escribe, viene a cuento de nuevo sor Juana y la idea de pensar primero lo que se dice. Y viene otra vez Lorenzo Meyer con su frase “uno no dice que la burra es parda, si no tiene los pelos en la mano” y, al parecer, la que intenta describir Alemán sigue sin ser parda y él sigue sin tener los pelos en la mano.
Finalmente, viene bien rogar a los universitarios que participan en el movimiento #Yosoy132 que no insulten a Ricardo Alemán. Les juro, de veras, no vale la pena.
Tesista de licenciatura Política y Administración Pública en El Colegio de México. Comentarios: jhcolorado@colmex.mx Twitter: @jhcolorado
