8209 Enrique Melrose, REFLEXIONES SOBRE EL ESPECTRO RADIOELÉCTRICO

REFLEXIONES SOBRE EL ESPECTRO RADIOELÉCTRICO 

Dr. Enrique Melrose
emelrose@itam.mx

 

La semana pasada tuvo lugar en el ITAM el tercer Seminario de Prospectivas Tecnológicas con el tema central “México, TIC’s y Sociedad del Conocimiento” con varias conferencias magistrales y paneles de expertos. Entre estas conferencias debo citar como relevante para estas reflexiones la del Dr. Martin Hilbert, ex coordinador del Programa de la Sociedad de la Información de la CEPAL.

El tema del Dr. Hilbert se refería básicamente a la variedad de puntos de vista y evaluaciones que sobre un mismo concepto se pueden tener, en este caso para la “brecha digital”, dependiendo de si ésta se mide con respecto a un segmento de población o a un país en su conjunto o si se refiere al grado de penetración de una determinada tecnología, computadoras o teléfonos celulares, o bien si se compara considerando  índices de éxito o productividad empresarial o sobre aspectos generales de cultura y educación.

Con una extensa y detallada recopilación de información estadística de todos los países del continente americano, el Dr. Hilbert sostiene que no existe una forma de caracterización homogénea para medir y comparar la brecha digital que seguramente existe entre nuestros países y aquéllos que consideramos más avanzados.

Según el Dr. Hilbert, los indicadores empleados hoy en día o bien son muy sencillos, por ejemplo el número de celulares en el país, que no toman en cuenta los grados de “inteligencia” de estos dispositivos, o bien demasiado complejos y con alto contenido de subjetividad, como el nivel de conocimiento agregado por las TICs en los estudiantes.

Mi conclusión y tal vez compartida por muchos de los académicos que asistieron al seminario, es que cada país tiene particularidades culturales, sociales y económicas, que obligan en ciertos momentos de su historia a tomar decisiones que para algunos pueden parecer arriesgadas o inconsistentes con las tendencias, pero que representan soluciones válidas y oportunas, para el contexto particular de ese país o de esa comunidad en ese determinado momento.

 

Acerca del Uso y Aprovechamiento del Espectro Radioeléctrico

Este es hoy el caso del uso del espectro radioeléctrico, tema que se ha convertido en protagonista en los círculos periodísticos en las últimas fechas, pero cuya regulación y problemática en México data de varios años atrás.

El espectro radioeléctrico, soporte de las modernas tecnologías inalámbricas de comunicación está considerado, gracias a una argumentación económica, un recurso escaso, comparado equivocadamente por algunos con el propio petróleo. En realidad, el espectro no puede almacenarse, ni su valor incrementa al paso del tiempo, por el contrario, el espectro se desperdicia al no ser empleado.

Su aparente escasez deriva en gran medida de las prácticas habituales para su asignación por subasta cuyos resultados siguen generando enormes cantidades de ingresos a las administraciones, muchas veces en detrimento de los recursos que los operadores tenían destinados a la infraestructura para su explotación y generación de servicios de telecomunicación.

Se habla frecuentemente de la búsqueda de la eficiencia en el uso del espectro y aquí nuevamente, como en el caso de la brecha digital, no existe una clara caracterización de los parámetros para medir comparativamente dicha eficiencia.

Por otra parte, los concesionarios de las bandas de frecuencias de ese espectro, en función del notable incremento en la demanda de mayor ancho de banda para satisfacer el creciente tráfico de datos, particularmente para aplicaciones de multimedia, están presionando continuamente para que las autoridades liciten nuevas bandas o extensiones de las ya asignadas para mantener, según su dicho y probablemente válido, una razonable calidad de servicio hacia sus clientes finales.

La práctica habitual de asignar segmentos de espectro para uso exclusivo a un concesionario en una determinada región geográfica, sería, válgame el símil, equivalente a que cada línea aérea fuera dueña exclusiva, bajo concesión, del espacio aéreo de sus rutas a fin de garantizar una cierta calidad del servicio que ofrece a sus pasajeros.

 

Un nuevo escenario para el uso más eficiente del espectro

Sin embargo, la tecnología mundial, como es natural, está avanzando a un ritmo mucho más acelerado que las regulaciones y las disputas legales. Existen en la actualidad tecnologías probadas de compartición de espectro cada vez con mayor ancho de banda y menor potencia para su propagación. En días pasados se presentó en un foro internacional un proyecto de red inalámbrica móvil en altas frecuencias que pudiera alcanzar velocidades de varios gigabits por segundo y aunque sus promotores advierten que se trata de un proyecto a mediano plazo, sus fundamentos técnicos apuntan a una tecnología que podría estar disponible en menos de una década.

En el mismo seminario de prospectivas del ITAM se habló de la necesidad de incrementar los incentivos a la innovación en nuestro país. Si bien existen programas federales para los emprendedores y para la academia, probablemente también se debiera fomentar la innovación en el propio sector público y la regulación del espectro podría ser un claro ejemplo de oportunidad para demostrarlo.

En este sentido y plenamente convencido de que no podría llevarse a cabo una transformación repentina, podría aventurar tres acciones que, tarde o temprano, nuestros reguladores tendrán que analizar con espíritu innovador o bien obligados por el desarrollo tecnológico imperante.

a) Autorizar y promover el uso compartido del espectro en general, bajo normas técnicas que establezcan los límites aceptables de interferencia para cada caso, permitiendo todos los servicios tecnológicamente posibles y protegiendo los derechos de antecedencia de los concesionarios actuales como uso primario de sus segmentos de espectro asignados.

b) Reconocer que el espectro radioeléctrico no tiene valor intrínseco por sí sólo, sino en función de su utilización efectiva en servicios de comunicación y permitir, bajo condiciones cada vez más liberales, el intercambio de bandas de frecuencias entre operadores en la búsqueda de una mejor utilización de las mismas.

c) Autorizar y promover el uso compartido de infraestructura, sitios, torres, antenas, etc., incluida la aportación e intercambio de segmentos de espectro, extendiendo en lo posible el concepto de consorcios de operadores para prestar servicios inalámbricos a nivel regional o en zonas de difícil cobertura.

 

Beneficios de acciones innovadoras en la regulación

Suponiendo que pudieran ser superadas las barreras legales del marco regulatorio actual, la primera acción resolvería de golpe gran parte de los conflictos recientes, reduciendo la especulación: no tendría que recurrirse a largos y costosos litigios para recuperar bandas que se consideren que no están siendo utilizadas debidamente, pues simplemente se otorgarían nuevas concesiones de uso secundario sobre esas mismas bandas, autorizando nuevos servicios y creando mayor competencia.

Debo reconocer que lo anterior implica desplazar las eventuales disputas del terreno legal hacia el dominio técnico, pero considero que existe en México una gran capacidad técnica para establecer normas y procedimientos claros que eviten las confrontaciones y resuelvan los casos de interferencias perjudiciales.

También es probable que existan casos de imposibilidad técnica de compartición, como podría ser el caso de dos sistemas de alta potencia para fines de radiodifusión, pero podrían coexistir por ejemplo un sistema de alta potencia con uno de televisión digital de baja potencia y/o un sistema multimedia de mensajería.

La segunda acción no tendría seguramente una aceptación inmediata de las autoridades hacendarias, sin embargo, considerando la economía nacional en su conjunto, el beneficio de contar con un mayor número de opciones y nuevos servicios de telecomunicación parecería justificarla plenamente.

No es una acción totalmente innovativa ya que algunos países autorizan actualmente a los operadores la comercialización e intercambio de sus bandas de frecuencias hacia y con otros operadores, pero si se considera en conjunto con la primera acción analizada, se podría contribuir a reducir los cuestionamientos sobre los “caps” de espectro y la dominancia de ciertos operadores, privilegiando la calidad y cantidad de servicios a la población.

Finalmente, la tercera acción es una extensión lógica de lo que ya ocurre en la infraestructura de fibra óptica, compartiendo capacidad y reduciendo costos de operación, aunque en el caso inalámbrico puede resultar más complejo de implementar.

A manera de conclusión diría que es tal el potencial del espectro radioeléctrico y sus tecnologías asociadas, al día de hoy y para los próximos años, que México no puede seguir desperdiciándolo.

 

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