La noticia de la muerte de Osama Bin Laden, el jefe de Al Qaeda y presunto autor intelectual del ataque terrorista a la Torres Gemelas, en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, definitivamente admite ser considerado como uno de los acontecimientos más relevantes en la breve historia de Twitter. El referido hecho noticioso inclusive fue convertido en trending topic antes de ser anunciado oficialmente por Barack Obama, presidente de Estados Unidos.
El primero de mayo, durante el discurso del presidente Obama, fueron registrados hasta 5,106 tweets por segundo y 12.4 millones por hora. No obstante, el récord en el número de tweets por segundo (6,939) no observó cambio alguno -fue establecido durante el Año Nuevo 2010, en Japón-. Además se registró un elevado número de check-ins en el ambiente FourSquare, por cibernautas interesados en conocer la ubicación exacta del complejo donde Bin Laden pasó sus últimos días y fue ultimado.
A diferencia de las audiencias de los medios masivos convencionales, los prosumidores observan un comportamiento eminentemente activo en la exposición a aquellos hechos noticiosos que consideran de su interés. Por ejemplo, de inmediato proliferaron en Facebook espacios dedicados a la muerte de Bin Laden. La tarde del lunes 2 de mayo, algunos habían acumulado hasta 440,000 expresiones de simpatía solidaria -“me gusta”-. En ellos fueron incorporados comentarios, imágenes, videos y fotografías retocadas del controvertido líder de Al Qaida, cuya familia durante décadas sostuvo estrechas relaciones de negocios con la familia Bush, como destaca el estupendo documental Farenheit 09/11, de Michael Moore. La fotografía del presidente Obama, quien con su equipo de gobierno observan el desarrollo de las operaciones que concluyeron con la muerte de Bin Laden, registro 600,000 visitas en los primeros 60 minutos de haber sido incorporada a la red, alcanzando hasta 13.000 visualizaciones por minuto.
De acuerdo con los resultados que arrojó una investigación realizada por Mashable entre 20,000 de sus lectores, Twitter (31%) y Facebook (20%) fueron los principales medios informativos que consultaron los lectores para conocer la muerte de Bin Laden.
La primera información en Twitter sobre la muerte de Bin Laden, partió de una filtración de Keith Urbahn, quien trabajó con Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa en los gobiernos de los presidentes Gerald Ford (1975-1977) y George Bush Jr. (2001-2006). Una hora antes del discurso de Obama, Urbahn escribió en Twitter “Me dijo una reputada persona que mataron a Osama Bin Laden”.
Por otra parte, sin inferir la relevancia periodística de su sencilla crónica, Sohaib Athar, un consultor en tecnología que labora en Abbottabad, Pakistán, y quien escribe tweets bajo el nombre “ReallyVirtual”, describió en tiempo real algunas de las escenas del operativo realizado por las fuerzas especiales estadounidenses.
Aproximadamente a la una de la mañana, tiempo local, Athar empezó a relatar el sobrevuelo de helicópteros y el registro de una explosión. Su serie de mensajes en Twitter describieron la caída de un helicóptero, la muerte de personas y el movimiento de militares en la zona. “Solo soy una persona en Tweeter, despierto a la hora del accidente” (…) Uh, oh, ahora soy el tipo que mandó blogs en vivo de la redada a Osama sin saberlo”.
Por supuesto las escenas relatadas por Athar rápidamente fueron replicadas en Twitter. Las circunstancias evidentemente favorecieron la conversión de Athar en una celebridad. En cuestión de horas su reducido número de seguidores pasó a más de 15,000 y su correo electrónico fue saturado con mensajes y peticiones de entrevistas.
La muerte de Bin Laden de inmediato fue aprovechada por un emergente e inescrupuloso mercado de consumo en Internet, que ofrece una extensa variedad de productos “conmemorativos”. Inclusive al amparo de la muerte de Bin Laden fue desarrollado un malicioso virus informático, el cual ha entrado en circulación partiendo de la promesa de un supuesto video de la muerte de Bin Laden. Las oportunistas acciones de maliciosos hackers parten de una sencilla premisa: la energía –así sea ésta negativa- no se destruye, se transforma, y Bin Laden ha mutado.
