El estado que hace honor a su nombre: Guerrero
Medir en Guerrero siempre ha sido complicado y en alguna medida peligroso. Los acontecimientos de los últimos días lo hacen aún más difícil. Las complicaciones para esta elección son numerosas: el ambiente de violencia, los diversos actores involucrados en la contienda, sus implicaciones para la elección presidencial de 2012, el que sea otra prueba más para las alianzas virtuales o de facto en contra del PRI y sus aliados, etc.
La elección en Guerrero no es de orden local. Al igual que otras disputas electorales en 2010 sus consecuencias y nivel de visibilidad son nacionales. Mucho que ganar y perder para muchos actores en un escenario de debilidad de autoridad local, mezcla perfecta para una contienda explosiva.
Aún en este escenario hay elementos inequívocos de los cuales dependen la elección a nivel de opinión pública y comportamiento electoral (es decir, dejando fuera el efecto de movilizaciones clientelares el día de la elección): 1) la participación, 2) los niveles de identificación partidista e historial electoral del estado, 3) la tendencia a que las elecciones estén determinadas por el candidato independientemente del peso de los partidos, y 4) niveles de acuerdo del gobierno saliente. Los escándalos recientes de los candidatos o la declinación del candidato del PAN no se consideran fundamentales para explicar el resultado final de la elección.
1) La participación en Guerrero es uno de los factores más relevantes que pueden explicar el resultado electoral. El problema para poder dar algún estimado de lo que puede pasar el 30 de enero próximo es que la participación de las últimas 6 elecciones para gobernador está por arriba de 50 puntos o por debajo de 40, es decir suele ser extrema a la baja o por arriba de 50 puntos. No hay punto medio entre 40 y 50 por ciento.

A partir del análisis de otras elecciones se asume que una mayor participación beneficia al candidato opositor al PRI. Por lo que a Ángel Aguirre, candidato del PRD-PT-Convergencia, se vería favorecido en la medida que la elección se acerque al máximo histórico de 56% de participación de hace 12 años. Si bien las contiendas cerradas incentivan la participación, los ambientes de inseguridad la inhiben. Veremos qué elemento predomina.
2) En lo que se refiere a los niveles de partidismo hay algunos datos a considerar. El PRI dominó la arena política de Guerrero hasta el arribo de Zeferino Torreblanca, candidato del PRD-Convergencia, hace 6 años. Este periodo de tiempo no ha sido suficiente para debilitar del todo a un partido como el PRI en lo local, y que además hoy por hoy domina las preferencias nacionales. Sin embargo, hay un dato muy relevante que se registró en la elección presidencial de 2006, un año después de la de gobernador: Guerrero fue el único estado del país en que el perredismo rebasó al lopezobradorismo. Este es un hecho que describe el nivel de perredismo que puede llegar a tener el estado más allá de sus candidatos.
3) En alguna medida la elección de Guerrero es una elección interna priista. Ambos candidatos han sido conocidos por mucho tiempo como connotados priistas. Esto si bien puede confundir al electorado, al final se va decantando y definiendo quién representa a qué partido. El elector, a falta de más certidumbre, no tiene otra más que orientarse por las personas que se presentan como candidatos. Una elección orientada hacia los candidatos no desdibuja a los partidos, pero hace que la carga de la decisión electoral se defina por esta variable de manera predominante. En este caso se cumple más que nunca el propósito y deseo de “que gane el mejor”.
4) Finalmente en lo que se refiere al elemento gobernador hay que decir que, en general, cada vez pesa menos en el comportamiento electoral. El ciudadano cada vez está más claro que está votando por un gobernador futuro y no haciendo un referendo del saliente. El caso de Zeferino Torreblanca es interesante porque aunque ha sido un buen gobierno, no es tan popular como debería. La lucha de Zeferino Torreblanca con los medios de comunicación ha sido la marca de su gobierno y ha tenido sus costos en imagen pública. Su gestión si bien ha sido activa, se ha publicitado poco.
Aguirre es en realidad candidato de oposición, aunque represente al PRD, básicamente porque no es el abanderado del gobernador. Por ello en alguna medida le beneficia la distancia con la administración actual. Es decir, representa cambio aunque sean del mismo partido. En este tema resulta en alguna medida irónico que alguien que ha jugado a las reglas democráticas acabe siendo castigado por su partido por no haber “apoyado” como se esperaba al candidato de casa.
Las únicas mediciones independientes que para efectos prácticos que se han hecho públicas son las que ha publicado El Universal. Interesante que en esta elección el periódico Reforma no haya publicado, cuando en elecciones anteriores ha jugado un papel preponderante. Dos mediciones de El Universal dan la ventaja a Ángel Aguirre por un margen no menor. Otros datos internos de los equipos de campaña sugieren escenarios más cerrados.
Más allá de lo que sugieran las mediciones preelectorales y el nivel de certidumbre que estás puedan ofrecer, lo cierto es que los elementos que determinarán el resultado de la elección son más fáciles de identificar. El domingo saldremos de dudas.
Artículo publicado en Eje Central, 28 de enero 2011.
