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Sexualidad, ¿una fiesta para los jóvenes?
ESCRITO POR MARCELA MÉNDEZ | 20 DE OCTUBRE DE 2010

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El pasado 12 de octubre, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció que, en convenio con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), implementará en el bachillerato un programa de medicina preventiva, que servirá a los jóvenes para mantenerse informados y anticiparse a los problemas de embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, obesidad, adicción a las drogas y consumo del alcohol.

El primer punto fue el que, sin duda, causó mayor controversia, pues la secretaría anunció –a través su titular, Alonso Lujambio– que para que los jóvenes tengan una «actividad sexual responsable», promoverá el uso del condón y llevará a cabo una repartición gratuita de preservativos.

La medida, afirmó la SEP, es una respuesta al fenómeno –presente entre los adolescentes– de embarazos no deseados y contagio de enfermedades de transmisión sexual. Consistirá en la distribución de una Cartilla Nacional de Salud a los bachilleres, en la creación de un Centro Juvenimss en cada uno de los planteles del sistema público dependientes del gobierno federal, así como en el desarrollo de grupos de «Promotores Adolescentes».

El costo del programa, que aún no ha sido definido, correrá a cargo del IMSS, y estará contemplado dentro del Programa de Salud del Adolescente Prevenimss.

De acuerdo a la secretaría, los beneficios que traerá la implementación del programa son: fomento a la actividad sexual responsable, mayor información sobre el uso de métodos anticonceptivos, mejor desempeño en las escuelas, incremento en los índices de matriculación y permanencia, además de mejora en el rendimiento escolar.

La medida, sin embargo, no ha sido aceptada por todos. La Unión Nacional de Padres de Familia afirmó que la dotación de preservativos no soluciona el problema de embarazos no deseados, sino que provoca un aumento en las cifras. Aseguró que única solución era la abstinencia y la fidelidad.

Por su parte, María Teresa Ortuño, presidenta de la Comisión de Educación, aseguró que la medida «se puede interpretar como una invitación» de la SEP a la práctica de actividades sexuales entre los adolescentes. La Iglesia Católica considera que el problema requiere de una educación sexual a fondo, y no de medidas parciales.

La discusión está abierta, entre la propuesta de Lujambio –que se dice es electorera, por sus aspiraciones a la presidencia– y la exigencia del derecho que hacen los padres a ser consultados sobre la educación de sus hijos. No obstante, ninguno ha volteado hacia lo realmente importante: ¿cuál es fondo real de este problema que aqueja a los jóvenes?

Si escucháramos lo que los adolescentes piensan, entonces tendríamos un poco más de claridad, y podríamos brindar soluciones reales. En una nota realizada por «El Universal», se recogen algunas opiniones de jóvenes al respecto del anuncio de la SEP, y del tema en general:

Sobre el uso del condón, las mujeres aseguran que es mejor que se los den a ellas, porque los hombres son muy descuidados, y a menudo evitan usarlo bajo el pretexto de que no lo traen, entonces ellas responden: «mira aquí está, y se amuelan… sin globito no hay fiesta».

Sobre la medida, un joven exclamó: «Está bien chido, es buena idea, que nos toque de a 20»; uno más afirma «así ya vamos más a la segura y no perdemos tanto tiempo en irlo a comprar».

Es preocupante lo que pasa por la mente de los jóvenes. Entre ellos, también hay muchas opiniones –se abre otro debate, quizá el más importante–, los hay quienes afirman (tal como vimos) que es una excelente idea; otros dicen que no basta que regalen condones, sino que es necesaria una educación integral; unos más se muestran indiferentes, afirman que la decisión depende de cada persona.

Derivado de las expresiones de los jóvenes, se deja ver que el verdadero problema es que hemos deshumanizado la sexualidad; hasta que no volvamos a darle el verdadero sentido que merece, ninguna solución parecerá sensata. Hoy nos queda volcarnos hacia la esencia de la sexualidad: el amor.

Hay que recordar que la sexualidad no es un asunto meramente biológico, y que tampoco sirve únicamente para satisfacer los apetitos propios; es un modo de ser y de manifestarse con alguien más, un modo de vivir el amor humano. La sexualidad –no debemos olvidarlo– tiene como bien intrínseco el amor.

A partir de lo anterior, puede educarse a los jóvenes: en la importancia de su dignidad humana, en el amor y en los aspectos biológicos de la sexualidad. La Iglesia propone una solución certera: «una educación en el amor, incluyendo la parte sexual, en donde las personas, en concreto los adolescentes, puedan tomar decisiones personales, basados en los valores trascendentes de la persona».

Dentro de esta solución, el papel de los padres es fundamental: hace falta que se construyan puentes de confianza entre los padres y los hijos, y que se eduque en los valores trascendentes.

mmendez@yoinfluyo.com

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Comentario de Octavio Islas

La ultraderecha mexicana no apuesta por la abstinencia ni la fidelidad, apuesta por la ignorancia. En México objeta la educación sexual de adolescentes y niños.

Eso sí, las clases de sexualidad aplicada corren a cargo de sacerdotes pederastas.

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