Abortando a Hitler
Manuel Velásquez
Yo influyo.com
martes, 20 de abril de 2010
Adolfo Hitler nació un 20 de abril de 1889 en un pueblo austriaco, cerca de la frontera con Alemania, y fue uno de los hombres más admirados en su tiempo. Sin embargo, luego se comprobó que se convirtió en uno de los hombres más despiadados y malévolos que han existido. Muchos lo han comparado con la misma encarnación del mal.
Llevó a cabo el exterminio sistemático de millones de personas, para poner una “solución final” a lo que el llamaba una “plaga” para la humanidad, matando en el proceso a judíos, gitanos, homosexuales, o cualquiera que fuera de “raza impura”.
También un 20 de abril, pero de 2007, en la Ciudad de México se realizó una reforma al Código civil local para despenalizar el aborto, algo que los promotores de esta práctica han llamado una “solución legal” para exterminar sistemáticamente a lo que algunos consideran “parásitos”.
En el proceso, han muerto casi 40 mil de esos “productos”. Y lo peor, es que como si se tratara de una fiesta ocultista celebrada en los tiempos más radicales del régimen nazi, se congratulan de los “campos de exterminio” que han establecido en la capital de nuestro país.
Una comparación un tanto burda, espetarán algunos, pero lo cierto es que las diferencias no son muchas, entre lo que consideramos como el régimen más fatídico de la historia, y lo que hoy en día se ha implementado en todo el mundo.
En tiempos del régimen nazi, se estima que se realizaban un promedio de 500 mil abortos al año en una población de alrededor de 70 millones de habitantes. Se les obligaba a hacérselos a mujeres polacas, judías, checas, gitanas, etcétera. Los nazis también despenalizaron el aborto.
Hoy en día, bajo la excusa de que van a ser “personas estigmatizadas” por la comunidad, existe una presión social por realizarse un aborto; forzando a las mujeres embarazadas –igual que como se hacía hace 70 años– a formar parte de uno de los genocidios más terribles de la humanidad.
El gobierno de Marcelo Ebrard, pone en bandeja de plata que se realice esta práctica. Lo que antes se hacía en la clandestinidad, hoy se ha disfrazado de legalidad.
mvelasquez@yoinfluyo.com
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Comentario de Octavio Islas
Convendría que Manuel perfilara ahora sus baterías contra la Academia Nacional de Medicina, que en días recientes ha fijado su postura sobre el derecho de las mujeres a decidir la interrupción de su embarazo.
¿Qué decir de quienes además condenan el uso de anticonceptivos?
Además Manuel ignora que la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró constitucionales las reformas realizadas en el Distrito Federal mediante las cuales fue despenalizado el aborto.
Por ende Manuel debería aportar argumentos científicos -para debatir las razones de la Academia Nacional de Medicina como argumentos jurídicos -para objetar la decisión de la a Suprema Corte de Justicia de la Nación-.
Blog de Octavio Islas 
Me parece muy buena su observación Octavio. Por lo tanto, me remito a las observaciones que han hecho científicos y doctores de distintos institutos biomédicos y bioéticos del país.
El embrión humano es una persona desde la fecundación
Existen evidencias científicas respecto que el embrión humano posee características estructurales y funcionales que lo configuran como un auténtico “organismo humano” como un “ser humano”. Tanto en su momento unicelular (cigoto) como cuando ya ha sufrido múltiples divisiones (mórula, blastocisto, etc.) el embrión humano se comporta como un sistema orgánico, como metabolismo e identidad genética propios, poseedor de un patrón de desarrollo, que si bien es flexible, está orientado hacia un cierto destino.
El desarrollo embrionario es un proceso coordinado (bajo el control del nuevo genoma humano, continuo (no tiene interrupciones o saltos), irreversible (comprometido a diversos linajes específicos) y gradual (orientado paso a paso). El genoma sufre una serie de modificaciones (reprogramación), que en coordinación con otros componentes, regula finalmente todo el proceso de desarrollo de un organismo humano individual.
La vida del embrión humano, en todas sus fases de desarrollo, es propiamente “humana”. El cariotipo (número de cromosomas característicos de cada especie) del embrión humano nos permite afirmar esto con rigor. La actividad mental supone la existencia de la vida humana, no viceversa. Por ello, el embrión humano, aún cuando todavía no cuente con el sistema nervioso central es reconocido como un organismo vivo de especie humana, como un individuo humano.
El embrión humano no es parte del cuerpo de la madre. Goza de una verdadera autonomía sistemática y ontogenética que se manifiesta, entre otras cosas, en la activación del genoma embriónico (que ocurre pocas horas después de la fecundación) y en el patrón de desarrollo regulativo que conduce a la diferenciación celular y orgánica, y el crecimiento.
Por estas razones, el embrión humano, en todas sus fases de desarrollo, es un auténtico sistema casual autónomo de base biomolecular, con cariotipo humano y destino celular regulado, es decir, es un organismo individual vivo de especie humana, por ende, auténtico sujeto de derechos, auténtico poseedor de dignidad inalienable.
El derecho humano a la vida descansa en un cierto estándar de eficiencia mental, moral, social o política sino que se funda en el mero hecho de vivir por parte de un individuo humano. El sujeto titular del derecho a la vida es el ser humano en todas sus etapas de desarrollo. Trabajemos por una sociedad en la que nadie sea excluido o marginado, sobre todo, si es máximamente vulnerable.
Atentamente
Rodrigo Guerra López
Doctor en Filosofía por la Academia de Filosofía del Principado de Liechtenstein. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)
Alejandra Huerta Zepeda
Doctora en Ciencias Biomédicas UNAM. Investigador Asociado C. Instituto de Investigaciones Biomédicas Universidad Autónoma Nacional de México
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