| Para acabarle de fracturar la progenitora a ésta y a las siguientes generaciones de connacionales, me parece que el asunto viene por el lado de darle carta de naturalización a la exhalación nicotínica mezclada con alquitrán y generosas dosis de cannabis –o sea, a la fumada ésa– de la “diversidad sexual”.
Con los avances de las tesis sobre equidad de género, el primero que se metió en problemas fue el Presidente Fox. ¿Recuerda usted los famosísimos: mexicanas y mexicanos; diputadas y diputados; chiquillas y chiquillos…?
Los conceptos aseguraron su pase a la posteridad cuando, en la serie de televisión “La Parodia”, un actor que hablaba igualito que el ex presidente, decía con un dejo de auto-asombro: Compatriotas y compatriotos; las páginas y los páginos de la historia…; Enciclomedia vendrá a mejorar la calidad de vida… ¿y vido?… de las niñas y los niños.
Sin duda, el tema de “diversidad sexual”, que viene empujando la ONU, traerá otra serie de problemas semiótico-lingüísticos en nuestro país, que por gravedad, vendrán a generar neologismos de lo más curioso, lingüísticamente hablando.
Verá usted. El primer problema serán los baños. La señalética tendrá forzosamente que cambiar. Hoy día, un monito de pie indica que se trata del baño para hombres; y una monita con faldita, señala que es el de las mujeres.
Propongo que, con todo respeto a la diversidad sexual, el baño para homosexuales sea el mismo monito de pie, sosteniendo una florecita en una mano, y en la otra un vistoso y coqueto paraguas. El excusado lésbico podría ser identificado con claridad: la misma monita con faldita, pero con una barba de candado, bien cuidada y bien peinada, con suficiente gel.
Tin Tán y su carnal Marcelo, constituirían un valiosísimo aporte literario en los discursos oficiales. Don Germán Valdés deformaba las palabras para que los objetos, sobre todo, fueran acuñados –como dicen ahora los chavos– por toda la banda. Así, “mesa” se convertía en “mesoa”; silla, en “silloa”; o casa, en “casoa”, hasta que se enfrentó al sustantivo irregular: “barbacoa”.
Me imagino al funcionario: Señoras y señores, señoritas y señoritos, señoroas y señoroes. En San Lázaro estaría más complicado: Diputadas, Diputados, Diputadoas y Diputadoes…
Pero, a quien le toque ser Primer Mandatario en tan infaustos momentos, en verdad que la va a tener sumamente complicada. Revise usted, por favor:
Mexicanas, mexicanos… Mexicanis… ¡no!, porque parece que uno está llamando a un Xoloitzcuintli…Mexicanoas… ¡Tampoco!, porque no va a faltar el fulano que crea que el Ejecutivo hace alusión a los buques que la Naval tiene en Veracruz! Mexicanensis… ¡Menos! No faltaría quien creyera que se habla de algún códice precolombino (además, “códice” es masculino y parecería sexista, misógino o discriminatorio).
La medicina tendrá que cambiar. En el medio tiempo del partido de fútbol, y congregados en un transbar, los transcompadres comentarán: ¡No me lo vas a creer! Me tuvieron que operar de un quiste prostauterino. El otro transcompadre podría responder: Pues me tienes que recomendar a tu ginecoandrólogo de cabecera, porque se me hace que estoy entrando a la menopausia. –¿Qué, ya tienes bochornos?… –No se lo digas a nadie. Ya empecé con síntomas de disfunción mamaria.
Marcelo Ebrard tendrá problemas muy serios. No piense mal el lector. Me refiero a la normatividad sobre los autobuses únicos para mujeres y las divisiones que ponen en el Metro, para que, por un solo lugar, transiten las mujeres.
Con el riesgo de confrontarse con la Academia de la Lengua, la Asamblea Legislativa del DF tendría que emitir un acuerdo para crear el Sistema de Trans-transporte, para uso exclusivo de transpasajeros.
En el Metro, los policías que resguardan los accesos sólo para mujeres, tendrán que solicitar más vallas. Las de color de rosa, para mujeres; las azules para los varones; y otras más, en color ostión –muy fashion– con ligeros toques de bermellón-sangrede-pichón, decorados por Alfredo Palacios o Mitzy.
Independientemente de los problemas de orden práctico, la diversidad sexual impulsada por la ONU será –a no dudarlo– el neologismo que viene.
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Comentario de Octavio Islas
Un ejemplo más de la intolerante «filosofía Abascal». |
una nota más sin coherencia, al parecer una burla al sector gay de nuestro país. aun no comprendo porque sigue habiendo gente que no comprende que el ser gay, no se refiere a que el hombre actue como mujer y la lesbiana como hombre, que se tengan ciertos patrones es diferente…sin embargo, que no recuerdan que aun entre el cambio de blanco a negro hay una escala de grises ???
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